Por Renato Consuegra
México, D. F., a 28 de enero de 2016
Siempre he sido un fiel creyente de que la sabiduría se obtiene, no por el conocimiento logrado en las instituciones de enseñanza, ni mucho menos por el generoso auto cultivo de las personas, sino por el sentido común que sólo una minoría desarrolla y que viene de la observación, el análisis y, a partir de ellos, el entendimiento para actuar en cada momento de la vida.
Esta reflexión queda muy a modo para aderezar el siguiente ejemplo, cuando a bordo de un taxi de la ciudad de Los Mochis el fin de semana pasado 10 días atrás, hago notar a su conductor --si quiere saber historias interesantes en alguna ciudad, pregúnteselo a ellos--, que a pesar de haber transcurrido apenas no más de 15 días de la detención de Joaquín Guzmán Loera, cuando escapaba de una persecución policiaco-militar, la ciudad se ve en calma, no existe el aparatoso patrullaje de camionetas y/o camiones artillados del Ejército y la Marina, que se llegan a observar en algunas zonas de Tamaulipas, Michoacán, Guerrero, Morelos y Veracruz , por citar a algunos estados de nuestra patria.
Allí no se ve la operación de ir a
tapar el pozo después del niño ahogado. Salvo la patrulla de la policía
municipal y dos uniformados que resguardan la casa donde localizaron, y de la
que presuntamente huyó el famoso narcotraficante —de acuerdo con la versión
oficial—, no existen más elementos de seguridad que realicen una ridícula
presencia en la alcantarilla por donde salió, ni mucho menos en el Hotel donde
fue llevado por los policías mientras esperaban ayuda.
— Ahhh, pues esto es como el juego de
policías y ladrones—, responde el señor taxista a mis observaciones. Frunzo el
entre cejo y lo miro a los ojos. — ¿Usted no jugó a policías y ladrones cuando
era chavalo? —, me cuestiona y para animarlo a que siga hablando le respondo
que no. Entonces me pone una raspadita cuando me dice: "Pues usted no tuvo
un infancia completa" y sigue su perorata con entusiasmo.
—Mire, ¿qué pasa cuando atrapan al ladrón?—, vuelve a preguntar y la respuesta sigue siendo “no sé”. —Pues lo vuelven a soltar porque si no se acaba el juego. ¿No le parece?—, afirma entusiasmado porque me acaba de dar una lección. Y pese a que sabía el resultado la acepto y la celebro. Sí. Claro que así es. Puro sentido común, porque en Los Mochis no se encuentra ningún campo de batalla y mucho menos existe la gran carga militarizada frente a lo que podría ser una venganza del crimen organizado.
—Mire, ¿qué pasa cuando atrapan al ladrón?—, vuelve a preguntar y la respuesta sigue siendo “no sé”. —Pues lo vuelven a soltar porque si no se acaba el juego. ¿No le parece?—, afirma entusiasmado porque me acaba de dar una lección. Y pese a que sabía el resultado la acepto y la celebro. Sí. Claro que así es. Puro sentido común, porque en Los Mochis no se encuentra ningún campo de batalla y mucho menos existe la gran carga militarizada frente a lo que podría ser una venganza del crimen organizado.
Mucho menos hubo el ataque que, según
las crónicas oficialistas, se “preveían” del lado de la delincuencia organizada
para rescatar al famoso narcotraficante, quien, de acuerdo con su status debía
tener al menos tres círculos de vigilancia y protección y no sólo a unos cinco
o seis hacinados en una vivienda de un tamaño y espacios poco lógicos para
alguien que huye, además de la ubicación.
Y precisamente, a lo largo de los
últimos días desde el gobierno han querido apuntalar con crónicas oficialistas
la versión de la captura, con el fin de dejar bien sentado que fue una
operación hasta cierto punto heroica, sobre todo de los agentes de la Policía
Federal que se resistieron a aceptar los millones de dólares, negocios y
propiedades que les habría ofrecido Guzmán Loera.
Ayer, la PGR dio a conocer un video,
donde trata de reafirmar la versión gubernamental de cómo fue la fuga y cómo la
recaptura del narcotraficante. Sin embargo, no sólo bajó el primer video que
subió a Internet por visibles errores de edición —que alimentan aún más el
sospechosismo—, sino que hay errores que subsisten o hay contradicción de
datos, porque nunca dan a conocer que quienes detuvieron a Guzmán fueron
policías federales y las tomas son del hotel Doux, sin embargo la otra versión
dice que a Guzmán Loera y su cómplice los detuvieron en la salida a Navojoa y
al hotel los policías lo llevaron para resguardarse.
En fin. Esta operación se realiza desde
el gobierno, precisamente días antes de que se diera a conocer el Índice de
Percepción de la Corrupción 2015 donde México permanece en la lista de los
países más corruptos del mundo, pese a que pasó del lugar 103 al 95.
El Índice de Percepción de la
Corrupción de Transparencia Internacional, se concentra en el sector público de
los 168 países evaluados y es elaborado por expertos que, para emitir sus
puntuaciones, consideran si los gobiernos en cuestión cuentan con mecanismos
para que la población pueda exigir la rendición de cuentas a sus dirigentes, o
bien, si existe un contexto donde predominen soborno e impunidad, frente a los
actos de corrupción y la falta de respuesta por parte de las instituciones
públicas.
De acuerdo con lo publicado, el informe
destaca que los países que ocupan las primeras posiciones, presentan
características comunes como: altos niveles de libertad de prensa; acceso a información
sobre presupuestos que permitan al público saber de dónde procede el dinero y
cómo se gasta; altos niveles de integridad entre quienes ocupan cargos
públicos; y un Poder Judicial que no distingue entre ricos y pobres, además,
que es independiente de otros sectores gubernamentales. ¿Acaso en México nos
podemos ver al espejo ante estas características? La respuesta, contundente, es
no, por mucho que desde el Gobierno Federal, el Congreso de la Unión y el Poder
Judicial digan que están dentro de estos parámetros.
Donde sí nos podemos ver la cara es en
la otra parte del informe, donde dice que “las naciones ubicadas en los últimos
lugares, se caracterizan por enfrentar: conflictos y guerras, gobiernos
deficientes, instituciones frágiles y falta de libertad en los medios de
comunicación. ¡Hey! Aquí estamos nosotros.
Así que su historia heroica sobre la
captura de Joaquín Guzmán, que se las crean ellos mismos porque para la gente,
como dijo bien el taxista mochiteco, la versión es otra: “si no lo sueltan se
acaba el juego”. Y hoy es Guzmán Loera, como ya fueron otros y seguramente
seguirán más delincuentes, quienes hagan el juego a los que mantienen el poder
gubernamental mientras el Estado mexicano no haga a un lado su corrupción y
cumpla con sus obligaciones constitucionales.
E-mail: renatoconsuegra@yahoo.com.mx
Twitter: @renatoconsuegra
(*) Renato Consuegra es periodista, ganador del X Premio Latinoamericano de Periodismo José Martí y director de Difunet .
Twitter: @renatoconsuegra
(*) Renato Consuegra es periodista, ganador del X Premio Latinoamericano de Periodismo José Martí y director de Difunet .
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