Ante el temor de perder la elección
rumbo a la gubernatura de Veracruz y por consiguiente, rendir cuentas ante las
autoridades judiciales por el saqueo indiscriminado al erario público
veracruzano, Javier Duarte implementó durante esta jornada electoral, la
culminación de lo que se ha venido percibiendo desde hace unas semanas como una
clara elección en la que se ha puesto toda la estructura del estado al servicio
del PRI y sus partidos satélites como el Verde, Nueva Alianza, Alternativa
Veracruzana y el Cardenista.

La misma operación se pudo observar en
cada municipio veracruzano, donde se detenían camionetas para revisar si había indicios de
despensas o material que pudiera probar alguna estrategia de los adversarios
políticos para evidenciar ante el electorado lo que ellos mismos aplican
elección tras elección.

Sin embargo, el colmo de la operación
gubernamental se vivió en Córdoba, justo en el bunker panista donde se preparan
elección tras elección para recibir a los representantes de casilla y comenzar
a cuadrar los números de la elección, a donde arribaron hombres fuertemente
armados para golpear a hombres y mujeres que se encontraban dentro, con la
complacencia del Mando Único quienes llegaron en el momento en que estos se
encontraban allanando el lugar y cobardemente agrediendo a los panistas.

En el municipio de Ciudad Mendoza, se
recibieron varios reportes y se subieron videos a las redes sociales, donde se
observaba a policías municipales intimidar a votantes quienes manifestaban su
voto en contra del PRI y que minutos antes habían sido entrevistados por
encuestadores al salir de casilla.
Veracruz lamentablemente está
secuestrada por la delincuencia bien organizada, esa que ordena desde las
oficinas del gobierno estatal y ejecuta sus argucias electoreras desde los
comités municipales priistas.
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